Si lo adaptáramos a términos de docencia podríamos decir que el programa de las bienaventuranzas es una auténtica PGA. En ella quedan reflejados los objetivos propuestos para cada año, marcados por el currículo que proviene de las Consejerías (en este caso de lo más alto):
- Alcanzar una disposición plena (pobreza de espíritu) a toda la tarea del reino para estar preparado para cualquier llamada o apostolado que se precise.
- Mostrar paciencia ante las dificultades que aparezcan en el proceso de extensión del reino.
- Dar consuelo y muestras de solidaridad por los que sufren y asumir el dolor como parte de la entrega por el reino.
- Iniciarse en actitudes que valoren la justicia y comprometerse en la lucha contra las injusticias, sobre todo las que se refieren a las diferencias entre los hemanos.
- Comprender, compadecerse y amar con entrañas de padre/madre como tarea de fomentar la empatía y la misericordia entre todos lo hermanos.
- Valorar la limpieza en las intenciones, trabajos y obras realizadas y mostrar hábitos de pureza de corazón.
- Trabajar por la paz como tema transversal a todos los ejes y objetivos de la programación.
- Adquirir compromisos de entrega al trabajo encomendado aunque a veces aparezcan voces contradictorias e intentos de paralizar la tarea de la extensión del reino.
- Encontrar la alegría y la felicidad del trabajo bien hecho con la recompensa más gratificante en el cielo, a pesar de toda persecución, insulto o daño lesivo.