Ser llamado por Dios es ser amado por Dios. Y todos somos llamados, elegidos de alguna manera, para ser regalo de Dios al mundo. Así que regalo y amor van unidos. Dios nos quiere regalar algo siendo regalo para los demás. Podemos hacernos un lío entre dar y recibir, si nos gusta más dar que recibir o recibir que dar. Pero en este sentido que decimos ambas cosas son lo mismo: Dar o darme recibiendo. Dicho aún de otra forma: ser regalo y dejarme regalar.
Nuestras cualidades tienen una dimensión relacional y a la vez trascendente. En la medida que las potenciamos mejoramos el mundo que nos rodea y estamos siendo un buen regalo de Dios. Eso sí, todo se estropea con el orgullo de creer que esas cualidades son nuestras y para nosotros.
Este fin de semana he disfrutado y me he sentido obsequiado por Dios en la casa de Leonor y Camilo, durmiendo tranquilamente en una cama cómoda, calentito y preparada con amor. He tenido el regalo de la sonrisa de Mª José y la paz de Raquel; y la profundidad de Paz. El regalo de la seguridad de Adolfo, y la espontaneidad de Irene, y los guiños rubios del rey David. Y la generosidad de Andreas y la generosa maternidad de Amelia; y la simpatía de Úrsula y la mirada comprometedora de Victoria. Y la entrega incondicional de Inma y la ilusión por todo de Luis. Y el regalo de Mary Paz y Mª Jesús y Toñi y las demás Esclavas de Cristo Rey. Y la atención y la esperanza que manifiestan Isaac y Octavio y Fernando. Y la comprensión y dedicación y confianza de sus padres…
Un montón de regalos para uno solo que traía yo: Dios es amor; os lo recuerdo, Dios es amor y os ama a cada uno. Que yo sirva un poquito para demostrároslo porque me dejo querer por vosotros.
Javier F. Lorca
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